sábado, 4 de diciembre de 2010

A ti, que ni te imaginas

Echo de menos los viejos tiempos mi querido amigo.
Aquellos en los que creábamos juntos y lanzábamos al aire las sonrisas de la ilusión.
Te observo desde la distancia, y enjugo un suspiro de nostalgia al sentirte lejos. Al comprobar que podría ofrecerte un puesto que sería rechazado.
Te deseo lo mejor, más por tu pasada negativa no aguardo más que receloso infortunio.
Sin embargo aún persiste la amistad y, perviven los posos en aquel marchito tiesto.
Sé, a ciencia cierta, que la amistad se retomará con todo su esplendor pasado el tiempo, alejados los infortunios y eliminados los resquemores.
Contemplo tu retrato y esbozo la sonrisa del que sabe que pese a todo, sobrevive lo auténtico.
Desearía pronunciar, gritar si cabe... tu nombre, más reservaré a la sapiencia evadida de la vanidad, tu propia proclama.

Hasta pronto

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