lunes, 16 de julio de 2012

Jaime


Lagrimas de mi madre sobre mi pecho
tras anunciarle la partida de su hermano
Lagrimas de dolor ante la respuesta que le ofrezco
tras despertar alarmada por el sueño

Trago saliva, aprieto los labios, callo unos segundos
y el silencio da paso al llanto
Me conmueve su desdicha, me aferro a los recuerdos,
de aquellos días en piscinas de agua verde, entre olivos, entre huertos

La mujer apenas consigue hilar dos versos
le abruma la noticia del deceso
Y al poco, se agarra a mi de nuevo
Instantes en los que la vida no es vida, camuflada por el velo
del dolor irreparable, que solo mitigará el tiempo

Has querido, vida mía, dar testigo, dar relevo
y mi tío, pasa a ser un referente más de aquellos que se fueron
cuya llama permanece, incólume, y resuena como el eco
de su voz gravísima, ese "¡Javi!" que recuerdo...
esa eterna inspiración, que se encargó de grabar a fuego

lunes, 7 de noviembre de 2011

Llámalo A

o B
Me da igual como quieras llamarlo... Lo que estoy seguro es que pese a mi cada día mayor seguridad y confianza en el camino que me he marcado... no son pocas las veces que me dan ganas de gritar. De incluso llorar. De dar hostias.
Que te ocurre envidia? Eres tan dañina que insuflas con tu hálito al supuesto creador de lo sensible?
Que sucede sinceridad? No puedes ser apreciada en la justa medida del que la recibe y en lugar de aprecio rezuma ofensa?

Navegamos en un mar de reiteraciones, copias, clones, mediocridad e instintiva repulsa camuflada de sonrisa. Pasan los años y pasan las personas, y me siento como un ave que se resiste a abandonar su refugio antes del ocaso. Evadiéndome de tantísima morralla.
Prefiero aletear en el aire, al menos el me sostiene. Volar en el vacío no encuentra razón de ser.

Aún con todo, no arrojo la toalla. El desahogo del tiempo sumado a este torpe teclear reviste de fortuna y alegría todo cuanto ha pasado. Escribir se convierte en una autoterapia. Recuerdo las caras de aquellos que si merecen la pena. De los que leyendo esto, si es que lo hacéis, os vendrán a la memoria charlas, cubatas, risas, debates y porque no... algún que otro puñetazo en la mesa. Y quiero daros las gracias. Sois pocas personas, pero bien valéis más que ciento. Habéis infundado en mi la llama de lo sincero. Habéis logrado que renazca cada poco tiempo de amargura autoimpuesta. Habéis redimido mis ansias, fracasos, peleas, y lloros. Habéis marcado la pauta de lo nuevo, de lo inesperado. Habéis, en una palabra, sido mis amigos. Y confío que así siga siendo.

Se desvanece la rabia mientras escribo esto. Respiro sereno. Que importan los necios. Es vano su intento ante el inmenso poder de lo eterno, lo auténtico, lo cierto. La amistad y el apoyo de quien vale. Si la pasión me guía, y lo honesto predico, es justo recordar a ese grupo de inmenso talento. Porqué no nos engañemos, la bondad y lo honesto a menudo se emparentan con el genio

viernes, 21 de octubre de 2011

el embate del tiempo

Sabor a ron, ecos de tabaco, somnoliento vistazo
Te extraño. Te deseo. Te añoro. Te destrozo
Cuento los minutos hasta nuestra partida
Exploto, repto, me deshago, relincho
El amor de mi vida incompleto, exponente de un pasado inconexo
La dicha futura, presente incompleto
Sábanas hinchadas, sudor frío, lienzo vacío
Tu silueta al lado de la criatura
No puedo olvidarte. Sé que estás destinada.
Lo estoy yo también. Improvisado desatino.
No consigo enlazar frase con frase. Coherencia perdida.
Quiero verte. Quiero tocarte. Quiero probarte. Quiero enervarte. Quiero excitarte
Resuenan las voces
Suspiro y me ahogo. Debo tenerte
Las llanuras heladas desharán el entuerto
Tantos años adversos, tanto idiota antepuesto
A la luz del vacío sellaremos el pacto
del que sabe que allí se reencuentra el olvido
Desahogo en licor la avaricia del tuerto
del que no sabe hilar, con escrito el deseo
Disculpa mi amor, la fatiga y el sueldo
La torpeza, la sal, del anarca incompleto
El poeta novel, que rezuma canelo
El imbecil soez, incapaz de recelo
El amante cruel, fustigado y reseco
El amigo impasible, ante el embate del tiempo



domingo, 23 de enero de 2011

Choque de océanos

Las once de la noche, regreso a casa a pie, el frío es intenso. La distancia y el tiempo que llevo caminando producen una automatización de mis movimientos y percepción. Sólo discurro por la senda que me lleva al calor de mi casa. Nada importa, todo es en vano. El objetivo está mas que claro y comienzo a vislumbrar su luz.
Y entonces ocurre. Vagamente giro mi cabeza y observo las verjas. Tras ellas el patio, sumido en penumbra. La cuesta. Las puertas negras...

Hace ya tiempo que pienso en mi vida y puedo remitir veinte años, sin embargo la visión de mi antiguo colegio me embruja especialmente. Los recuerdos mutan, se vuelven inconexos y se funden con la niebla de la nostalgia.
Aquellos árboles, y ese verde ácido que me fascinaba de niño. La frondosidad del jardín creaba una mágica apariencia a mis ojos, y éste era víctima irredenta en las manos de mi imaginación.
Las carreras a lo largo de esa inmensa cuesta que hoy podría subir en apenas varios pasos. La luz del sol de un verano que tardaba tanto en llegar, cuando los años eran centurias. Los cambios: la primera verja oxidada, los primeros columpios, las raídas butacas del salón de actos...

Mis pies no se detienen, presos del automatismo jadeante que me conduce a la lumbre de mi hogar. Así que el colegio da paso a esa acera en la que pasaba las tardes tras una larga jornada. Apoyado en la repisa de la tienda de chucherías. Partidos de fútbol en los que los bancos eran porterías. Dos horas, de cinco a siete. Eternidad

Choque frontal entre océanos: El recuerdo se funde con la ensoñación. Los quince, veinte años... transmutan la memoria. La sensación que experimento se asemeja en un porcentaje demasiado alto a la vivida al despertar. Mi pasado lejano me sonríe desde su distante altar. Se nublan los ojos, pero a pesar de ello, le correspondo con otra sonrisa. Le guiño el ojo en señal de aprobación. Crece mi gozo al sentir que pese a todo, podemos quedar cuando nos plazca. El niño que construyó castillos en árboles hizo algo más. Aprendió a vivir soñando y hoy reafirma su lección.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Y sin embargo se mueve

Hay aire ahí dentro. Respira profundamente y se extiende hacía el vacío que lo subraya. La inmensa llanura sumergida tras la cortina de tela y pasta. Una cortina en la que todo permanece inmutable y, en caso de que sea bueno y sentido, domina la verdad. Lo real
Porqué lo real no se encuentra hay fuera, sino dentro. Petrificado en los gestos de quién imprimió violencia, ardor, humor, miedo, obsesión, carcajadas, sudor... en un momento preciso.

Y sin embargo se mueve. A pesar de su carácter pétreo... Sentimos como muta, el resquebrajamiento roto o lo etéreo, el vapor abrasante o la brisa húmeda, blanco o negro... Camina con nosotros, nos acompaña en nuestros sueños, apoyamos las palmas desnudas de nuestros pies en el frío suelo por la mañana recordando su hechizo. Propio o ajeno. En proceso o terminado.

Y sabemos que en estos tiempos donde todo discurre con una rapidez de ilógico ritmo, en la que nos abruma tanta saturación de información vacía, obtendremos el refugio de la verdad en sus hilos. Para que su caricia nos aliente en nuestras búsquedas, nos reconforte el susurro de la sapiencia eterna de la que no necesita hacer gala porqué su sola mención sobrecoge.
Porqué no hay mayor premio que abandonar egos inútiles, incluso ridículos, para sentirte parte de ese todo que es la historia. No olvides que formas parte de ella, que estás construyéndola y pronto, muy pronto de ti tan solo quedará tu legado. ¿No merece la pena penetrar hondamente en tu interior para sacar la materia que con certeza debes cultivar en pos de la sinceridad?

Olvídate de disfraces. Para, y respira hondamente. Exhala aire hacía el universo, estrechándote en un abrazo de enorme dicha con él. Estás vivo joder... ¿que mayor don que ese? Quiera tu mano unirse en un magno triunvirato con tu alma y corazón, proyectando en la tela la única verdad existente. La que digieres, escupes, respiras... y que perfuma tu mirada. Solo tú sabrás si al observarte en el espejo, ésta profiere lo sincero.
Si al pasar los años, tu pasado se sostiene independiente

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martes, 7 de diciembre de 2010

Está cantado

Si es que está cantado. Ya lo sabes, y yo también lo sé. Lo sabe todo el mundo.
No hay nada que hacer, tan solo refugiarse entre mantas y acurrucar la cabeza, que tiembla por la rabia.
Yo ya no me irrito, he olvidado la rabia y revierto su energía, ajeno a tanta chusma. A palabrería insulsa, a frase rebuscada entre citas de tus ídolos y autoadjudicada como discurso novedoso. Creador magnífico con un plus de ininteligible (por rompedor) discurso.
Resuenan las palmadas. Y que similar es su sonido al de la gota fria, ¿no es cierto?
Como frías, por muertas, son tus obras. Abortos creativos que rezuman mala baba, hedonismo y vacío abrumador.

Apresúrate a recoger los frutos de tu vanidosa semilla, no vaya a pasarse el tiempo de la cosecha. Y no olvides volver a pulir de nuevo tu sonrisa, nuevas caretas esperan expectantes esos tensos tendones, ese sudor congelado, la nerviosa risilla del pelota.


sábado, 4 de diciembre de 2010

A ti, que ni te imaginas

Echo de menos los viejos tiempos mi querido amigo.
Aquellos en los que creábamos juntos y lanzábamos al aire las sonrisas de la ilusión.
Te observo desde la distancia, y enjugo un suspiro de nostalgia al sentirte lejos. Al comprobar que podría ofrecerte un puesto que sería rechazado.
Te deseo lo mejor, más por tu pasada negativa no aguardo más que receloso infortunio.
Sin embargo aún persiste la amistad y, perviven los posos en aquel marchito tiesto.
Sé, a ciencia cierta, que la amistad se retomará con todo su esplendor pasado el tiempo, alejados los infortunios y eliminados los resquemores.
Contemplo tu retrato y esbozo la sonrisa del que sabe que pese a todo, sobrevive lo auténtico.
Desearía pronunciar, gritar si cabe... tu nombre, más reservaré a la sapiencia evadida de la vanidad, tu propia proclama.

Hasta pronto